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Mantenimiento de un sistema de saneamiento


El adecuado funcionamiento del sistema de saneamiento autónomo es responsabilidad del propietario de la vivienda. Si esta instalación está correctamente diseñada, construida y mantenida, constituirá un tratamiento efectivo de las aguas residuales durante un largo plazo (más de 20 años). Si por el contrario, el sistema no recibe la atención necesaria tendrá que ser reemplazado de modo prematuro, lo cual supondrá un importante desembolso económico.

Un sistema que no funciona correctamente es un foco de contaminación de las aguas subterráneas, las cuales son en muchos casos la fuente de agua potable de las propias viviendas.

A continuación se detallan una serie de actuaciones para la adecuada gestión de los sistemas de saneamiento autónomo convencionales.

1.- La fosa séptica retiene las aguas domésticas el tiempo necesario para permitir que las materias sólidas se asienten en el fondo en forma de fangos y que las grasas y aceites floten en la superficie como espuma. El mantenimiento regular de la fosa es fundamental para que la depuración de las aguas residuales se lleve a cabo de un modo eficiente. El vaciado de la fosa séptica debe ser realizado en plazo, según el periodo definido en su diseño o el recomendado por el fabricante en el caso de las prefabricadas. Este periodo puede verse acortado si durante la inspección se detecta un nivel notable de espuma o si el espesor de los lodos de la 2ª cámara es excesivo. La profundidad de los lodos se puede comprobar con la siguiente técnica: Utilizar un palo o varilla de 2 m de longitud y envolver la parte inferior (1,2 m) con un trapo blanco. Introducir el palo hasta tocar el fondo de la 2ª cámara de la fosa y mantenerlo allí durante varios minutos para permitir que los fangos penetren en el trapo. Retirar el palo y medir la parte de coloración más oscura que se corresponde con la profundidad de lodos. Si la medida es superior a 400 mm la fosa séptica debe ser vaciada. El vaciado de la fosa séptica debe ser llevado a cabo por un gestor autorizado de residuos.

2.- El área de percolación recibe las aguas residuales de la fosa séptica para su depuración posterior en el suelo. Este efluente se vacía en las zanjas de infiltración cada vez que nuevas aguas entran en la fosa. Si se sobrecarga el sistema de depuración el área de percolación se saturará, causando que las aguas residuales se “apocen” en la superficie y que las perforaciones de la tuberías de distribución se obturen. Toda instalación relacionada con el agua ajena al sistema de saneamiento se mantendrá alejada del área de percolación, ya que un exceso de agua en esta zona disminuiría la eficacia del tratamiento.

3.- Las aguas residuales sin grasas, aceites ni sólidos en suspensión penetran a través de las zanjas de infiltración en el suelo. Éste provee un tratamiento natural final que elimina los patógenos bacterianos o virales y los nutrientes nocivos (nitrógeno y fósforo). Para que la depuración llevada a cabo por el suelo sea efectiva es necesario evitar su compactación, por lo que debe restringirse el tránsito en el área de percolación que además, en ningún caso, se utilizará como lugar de aparcamiento. Se recomienda plantar césped en el área de percolación y el entorno inmediato, eliminando cualquier planta que pueda interferir con las zanjas de infiltración.